DEFINICIÓN
La epistaxis, comúnmente conocida como hemorragia nasal, son los episodios caracterizados por derrames de sangre proveniente de vasos sanguíneos ubicados en la parte anterior del tabique nasal o niveles posteriores de la fosa nasal.
Por lo general, la epistaxis no responde a ninguna situación que deba causarnos preocupación, sino que, al contrario, es algo bastante común.
CAUSAS DE LA EPISTAXIS
Existen abundantes razones para que una persona pueda sufrir un episodio de epistaxis. Sin embargo, cuando toda clase de traumatismo es descartado como causa, es difícil conseguir una respuesta concreta.
Estas son algunas de las causas más comunes:
- Traumatismos nasales.
- Desviaciones y malformaciones del tabique nasal.
- Exposición a sustancias y humos de alta concentración química que irriten la mucosa.
- Heridas por hurgarse la nariz con excesiva fuerza.
- Resequedad de la mucosa por permanecer en ambientes mal ventilados.
- Hipertensión severa o hipertensión en picos (descompensada).
- Rinitis severa, principalmente causada por infecciones virulentas o alergias intensas.
- Uso de medicamentos anticoagulantes, lo que evita que la sangre tenga una espesura adecuada (aspirina, ibuprofeno).
- Cambios bruscos de altura, problema frecuente entre buzos y tripulantes de aviones.
¿CUÁNDO ACUDIR AL MÉDICO?
Generalmente, la epistaxis no es una urgencia vital. Ésta se suele manifestar en episodios menores, los cuales no suponen un riesgo para la salud del paciente.
Sin embargo, cuando el episodio de hemorragia nasal se prolonga durante más de 30 minutos o el derrame es abundante y no cede con la presión, acudiremos al hospital o centro de salud más cercano.
TRATAMIENTOS PARA LA EPISTAXIS
Cuando se trata de un episodio de epistaxis anterior, donde la hemorragia ocurre a través de las fosas nasales, el tratamiento empieza desde casa.
No se debe estimular la nariz ni tumbarse en la cama o en el sofá. Sentarse en una silla con la cabeza hacia abajo y respirar por la boca. No introducir ningún objeto en las fosas nasales. Una vez hecho esto, se debe comprimir la nariz durante un mínimo de 10 minutos, lo que logrará el cese de la hemorragia. Usar hielo puede aumentar la efectividad.
Si pasados estos 10 minutos no cede la hemorragia, volveremos a comprimir otros 10 minutos más.
Si la compresión externa no es suficiente se debe realizar un taponamiento con gasa y vaselina. Y mantenerlo durante horas para ayudar al proceso de cicatrización.
Si no cede a pesar del taponamiento deberá consulta con un otorrinolaringólogo.
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