A modo resumen podemos decir que el coronavirus es:
Un virus nuevo, para el que no hay inmunidad previa en la población, que se transmite por vía aérea, cuya enfermedad tiene un periodo de unos días en el que el enfermo puede estar presintomático pero contagioso y en la que también hay personas asintomáticas que pueden transmitir la enfermedad.
Lo que sabemos
Sabemos quién es
En solo cuestión de días, se supo quién era: un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2. La obtención de su genoma completo ha permitido investigar sobre su origen y su relación con otros coronavirus, desarrollar sistemas de detección molecular como la RT-PCR, sistemas de identificación y rastreo como Next-Strain, que permite seguir la evolución del virus a tiempo real.
Todo esto está permitiendo la detección y rastreo de los nuevos casos y brotes como jamás antes se había hecho en la historia.
El diagnóstico temprano junto con el rastreo de los casos y la cuarentena de los contactos es lo que nos puede evitar el confinamiento de la población.
Conocemos su ciclo biológico, cómo entran a las células
Sabemos cómo el virus SARS-CoV-2 usa la proteína S de su envoltura para unirse al receptor ACE2 de nuestras células y que las proteasas celulares (la furina y la TMPRSS2) facilitan su entrada al interior. Como ese receptor y esas proteasas están en gran cantidad de tejidos del cuerpo humano, el virus puede infectar muchos tipos de células diferentes: neumocitos, enterocitos, células secretoras nasales, riñón, endotelio, corazón.
Esta información ha sido esencial para proponer posibles tratamientos y el desarrollo de los candidatos a vacunas.
3. La COVID-19 es mucho más que una neumonía
Conocemos mucho mejor la enfermedad. Aunque en un principio la COVID-19 se describió como una neumonía atípica grave, a diferencia de muchas otras enfermedades respiratorias este coronavirus genera una hipoxemia silenciosa priva de oxígeno al paciente sin que la respiración se vea afectada, llegando a saturaciones del 70 %.
Además, un número alto de pacientes sufre problemas de coagulación y una respuesta inmune exagerada que acaban en embolias pulmonares, infartos, ictus, problemas hepáticos, de riñón, e incluso alteraciones en el sistema nervioso.
Además, ahora se tienen mejor identificados los grupos de riesgo: personas mayores, pacientes con comorbilidad, diabéticos, obesos…
Esto ha supuesto que los tratamientos, todavía experimentales, y el cuidado de los enfermos hayan mejorado, porque se monitoriza mejor a los pacientes y se entiende mejor la evolución de la enfermedad.
4. Entendemos mejor la dinámica de transmisión del virus
- El tratamiento médico ha mejorado, ahora sabemos algo más sobre la enfermedad y los médicos saben a qué se enfrentan y comienzan los tratamientos antes.
Sin embargo, esto no quiere decir que no
existan mutaciones. Se ha identificado alguna mutación que puede afectar a la
capacidad de infección del virus.
Fuente: The conversation.com.
Articulo publicado originalmente
en el blog de Ignacio López-Goñi. Catedrático de Microbiología, Universidad
de Navarra.